Al tercer día de su hospitalización fue conectado a un aparato que mide las ondas cerebrales para una prueba de rutina. La máquina indicó que podía ir más lejos…intentar lo imposible. “Aragón se indignó con mi máquina de pensar, adornada con recipientes de leche caliente. ¡Basta ya de excentricidades! —Exclamó encolerizado.” De ahora en adelante la leche sería para los niños. Después ya no se preocuparon por él. Sólo querían sus órganos en buen estado.
lunes, 27 de julio de 2009
Él no busca nada serio
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